lunes, 7 de mayo de 2012

Jack "El Destripador"

A finales del siglo XIX el terror se apoderó de las calles de Londres. Uno de los peores distritos, lleno de pobreza y delincuencia, fue testigo de una serie de crímenes en el otoño de 1888, bautizado como "El otoño del terror".

Las calles del East End londinense se tiñeron de rojo. Los crímenes fueron atribuidos a Jack The Ripper (nombre con el que el asesino firmó las cartas que mandó a Scotland Yard); crímenes que sólo la oscuridad y las calles cobijaron, dejando un acertijo sin descifrar.
Antes de atribuir a Jack el primer crimen, dos homicidios ocurrieron, pero fue hasta el 31 de agosto de 1888 cuando la Policía puso toda su atención en "El Destripador".
Jack era el espectro de la bruma en la noche; el prototipo de asesino serial que nadie vio ni oyó y que, por consecuencia, no fue detenido. Las versiones sobre su condición física y mental han sido muchas. Miles han intentado reconstruir su obsesión por las prostitutas y sus motivos para desollarlas.
A "El Destripador" se le atribuyen 14 homicidios; empero, cinco o seis -hay desacuerdo en los criminólogos- contienen el mismo sadismo, por lo que no existe dudas de que el autor sea Jack.
De las víctimas, hay dudas con la primera: Martha Tumer, una prostituta de 35 años que fue encontrada con la garganta cortada "en una escalera del edificio George Yard de Whitechapel". El cuerpo revelaba las mutilaciones características de los asesinatos siguientes.
Historia
Algunas semanas antes de que se emitiera la alerta, fue encontrado el cuerpo de la meretriz Marta Tabram con 39 puñaladas. Meses antes, la prostituta Emma Smith había sido atacada brutalmente: "Le introdujeron un objeto en la vagina y le destrozaron la cabeza."
En ambos crímenes se descartó a Jack, a quien las autoridades consideraban un "ritualista", pues "iba más allá de las puñaladas y los golpes."
La incógnita azolaba a Londres. Hasta septiembre, mes en que el asesino envió una carta a la Agencia de Noticias de Londres, firmada por Jack The Ripper: "Anduve oyendo que la Policía ya sabe quién soy. Me he reído al verlos decir que están en la dirección correcta. Amo mi trabajo y ya quiero empezar de nuevo. No soporto a cierto tipo de mujeres y no dejaré de destriparlas hasta que haya terminado con ellas. El último es un magnífico trabajo, a la dama en cuestión no le dio tiempo de chillar. Pronto volverán a escuchar de mis divertidos juegos. Suyo sinceramente, Jack El Destripador. Desde el infierno."

Días después el destinatario cambió. Ahora el turno era para el jefe del comité que patrullaba el barrio de los asesinatos, Charles Lusk: "Lusk, puede buscar en todo el infierno pero no me encontrará aunque estoy frente a su nariz todo el tiempo. Su viejo amigo Jacky."
A esa carta siguió otra. Esta vez, la misiva iba acompañada de un paquete: "Desde el infierno: Mister Lusk, le envío la mitad de un riñón que tomé de una mujer. La otra la freí y la comí. Estaba muy bien. Agárreme si puede."
Las notas mantenían a la Policía en vela. El terror se había apoderado de las calles. Fue en octubre que una postal con una huella de sangre fue publicada en el diario Star: "Van a escuchar del trabajo de Jacky mañana, un evento doble esta vez. Jack."
Tras esa carta, "El Destripador" desapareció por un tiempo. Tras su disipación se formularon miles de hipótesis.
Teorías
Primera: ejercía la magia negra. Según un ritual debía matar a siete mujeres -sin importar su condición- y con los cuerpos crear una "cruz con la punta superior al oeste".
Según esta teoría, después de que Jack asesinó a la cuarta víctima obtuvo el poder de ser invisible. Las bases se fundamentan en un homicidio donde la Policía escuchó los gritos de la víctima. Empero, cuando llegó no había rastros del asesino pese a no haber más que una entrada.
Segunda: Jack era un doctor que estaba lleno de odio porque una meretriz había contagiado a su hijo de una enfermedad venérea que le causó la muerte. Mientras las teorías nacían, una nueva víctima fue encontrada en la Calle Berner. Fue el forense quien detalló el hallazgo:
"Yace sobre su lado izquierdo con la falda arriba. Su cara mira hacia la pared. Sus piernas han sido separadas. La mano derecha abierta sobre el pecho y cubierta de sangre. La izquierda parcialmente cerrada. La cara apacible; la boca ligeramente abierta. En el cuello hay una larga incisión que comienza en el lado izquierdo: 2 1/2 pulgadas por debajo del ángulo de la mandíbula, casi en línea recta, seccionando la tráquea en dos y terminando sobre el lado contrario..."
La saña no era la misma. Al asesino (tal vez) lo habían interrumpido cuando degollaba a su víctima, por lo que no acabó el ritual. La víctima era la prostituta Elizabeth Stride, de origen sueco. Algunos dijeron haberla visto acompañada de un hombre maduro, de bigotes, con abrigo y sombrero, que cargaba un maletín.
El enigma aún estaba en el aire cuando un guarda encontró otro cadáver degollado, con el abdomen abierto y los intestinos en el suelo. Los miembros aún estaban calientes. En la pared, cerca de la víctima, un escrito decía: "No hay por qué culpar a los judíos", al parecer obra del asesino.
Esta vez la víctima era Kate Eddowes, quien se prostituía y consumía alcohol. "Como en las muertes de Nichols y Chapman, a Kate le cortaron la garganta de izquierda a derecha; le seccionaron el vientre y le quitaron algunos órganos, entre ellos un riñón."
Sin embargo, el último de los homicidios de Jack fue el más espantoso. Al parecer, fue la única vez en que había estado a solas en un cuarto con su víctima. El tiempo fue suyo y pudo "trabajar" plácidamente sobre Mary Kelly, una atractiva joven de 21 años y prostituta.
El dueño del cuarto subió a cobrar la renta. Tocó pero nadie abrió la puerta. Molesto decidió abrir, quedando impactado por el hallazgo...
El cuerpo estaba tumbado en la cama con cientos de heridas de arma blanca, mutilado y con la carótida partida. La bestialidad del homicidio doblegó a los forenses y a la autoridad:
"La garganta fue cortada de tajo, casi separando la cabeza del cuerpo. El abdomen parcialmente rasgado y ambos senos separados a cuchillazos. El brazo derecho -al igual que la cabeza- cuelga del cuerpo solamente por la piel. La frente fue despellejada, la nariz desprendida y los muslos descarnados minuciosamente hasta los pies."
La descripción detallaba que "el abdomen fue cortado de arriba hacia abajo, con un cuchillo. Las entrañas y el hígado fueron extirpados. Las entrañas y otras partes del cuerpo no están en la escena del crimen, pero el hígado y los intestinos están colocados entre los pies de la víctima. El asesino puso sobre una mesa la carne de las piernas y los muslos, junto con la nariz y los senos. Una de las manos fue hincada en el estómago".
El pánico acaparó las calles. La Policía registró cada resquicio del barrio e interrogó a cientos. Nada. Con este asesinato "El Destripado" se esfumó. No hubo más crímenes ni cartas. El caso se archivó en 1892 sin ser resuelto.
Lo cierto es que Jack era un personaje sumamente inteligente. Tal vez sufría un trastorno sexual o mental. Sus cartas y mensajes exaltando su astucia muestran inseguridad. No se supo por qué empezó a matar ni por qué paró, lo cierto es que "El Destripador" seguirá siendo una leyenda viva.

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